miércoles, 23 de diciembre de 2009
Agradecimiento...
Silencio...
¿Una palabra inventada por los
oyentes?
¿Me explicas tú, lo que es el silencio?
¿Me miras así?
¿Es vivir en el silencio?
¿Ser sorda es ser silencio?
Voy al diccionario, hurgo en las
últimas hojas
voy hasta la “S”…. encuentro “sordo”:
“es aquél o aquella que no oye”
¿Soy aquella que no oye?
¿Es así que me ves?
Voy hasta “silencio”:
“ausencia de ruido”
¿ruido? ¿Y qué es el “ruido”?
Otra palabra de los oyentes.
No. Yo desconozco el silencio,
desconozco el ruido,
desconozco estas palabras.
¿Simplemente, no oigo?
Oigo sí, oigo mis manos, oigo las tuyas
estas manos mías son mi voz
son ellas las que encantan,
son ellas las que hacen escribir estas
palabras,
son ellas las que hacen gestos,
¿Sabes lo que es el gesto?
Gestos son palabras esculpidas.
Mas el silencio y el ruido
¡Disculpa, pero no los conozco!
martes, 22 de diciembre de 2009
Mi Quinta Entrevista...
* Cuéntame tus inicios como intérprete de Lengua de Señas
Hace muchos años, en 1996, empecé a realizar mi primer curso de lengua de señas y como debe sucederle a muchos oyentes, -y esto lo digo con cierta culpa a raíz de mi ignorancia en ese momento-, antes de esto ni siquiera tenía en cuenta que las personas sordas existían. A partir de allí, descubrí un mundo nuevo. Me sentí tan atraída por las personas sordas, por su forma de ser y de pensar, por su forma de vivir y de entender el mundo, por sus luchas grupales para que se respetaran sus derechos, que aquí me quedé, en el mundo de los sordos, donde me gustaría permanecer para siempre.
En ese mismo año, el 21 de diciembre de 1996, fundamos la Asociación Mendocina de Intérpretes de Lengua de Señas Argentina AMILSA.
* ¿Qué motivó tu acercamiento a la comunidad sorda, especialmente al lenguaje de señas?
En principio podría decir que nada en especial motivó mi acercamiento a la comunidad sorda, solo la simple curiosidad de saber qué era la lengua de señas y gracias a esto, conocí muchas personas sordas, algunas de ellas pertenecientes a familias multigeneracionales de sordos, con quienes tengo una profunda amistad.
Antes de mi primer curso de lengua de señas, nada me vinculaba con los sordos. Después de mucho tiempo, y de que tantas personas me preguntaron por qué elegí esta actividad, recordé -mediante una imagen que se atravesó fugazmente en mi cabeza-, que cuando yo era muy pequeña, -quizás tendría dos años-, corría por el patio de mi casa detrás de mi tía y la llamaba, cuando de repente se acercó mi padre o mi madre y me dijeron “Vivianita … no te escucha”. Ella murió de un cáncer que le tomó el oído. Este pasaje de mi vida permaneció oculto en mi memoria hasta hace muy poco tiempo. La mente humana es tan compleja que quizás haya querido inconcientemente, hacer algo por las personas sordas, sin siquiera yo saberlo. Creo que es la primera vez que cuento esto.
* ¿Tú formación como intérprete fue académica o autodidacta?
Cuando yo comencé, no era intérprete, era una persona oyente que sabía lengua de señas y que pretendía ser interprete pero me resultaba muy difícil interpretar, hasta que un día tomé conciencia de que saber conversar en lengua de señas, no era ser intérprete. Claro … no podía ser mágicamente intérprete porque me faltaba conocer teorías que enmarcaran la interpretación, me faltaba desarrollar estrategias, técnicas y habilidades específicas que yo no tenía. Leía mucho y estudiaba todo lo que podía pasar delante de mis ojos y más. Me sentía ávida de conocimientos. Mis colegas intérpretes, si bien no sabían explicar lo que hacían al interpretar, fueron una gran guía, especialmente los hijos oyentes de padres sordos, a quienes yo observaba. Hasta que empecé a ser intérprete empírica, no sé ni en qué momento.
Recién en el año 2000, desde Amilsa, presentamos un anteproyecto para que se evaluara la posibilidad de crear una carrera universitaria para intérpretes y esto se logró.
De hecho, la primera cohorte inició sus estudios en 2004. Este grupo del que formé parte, en realidad fuimos a buscar a la universidad la regularización de nuestra actividad, es decir, un certificado oficial que avalara que éramos intérpretes y te cuento un secreto: cuando egresaron las dos primeras cohortes de los años 2006 y 2007, una profesora dijo cómicamente: “ … ¡por fin voy a saber más que los alumnos! … Pero esto no se lo digas a nadie.
* Para ti, ¿Qué es lo más difícil del trabajo de un intérprete?
En términos generales, no es fácil mantener el equilibrio en relación a los principios que la ética nos ofrece ya que suelen presentarse dilemas que necesitamos resolver antes, durante y después del acto de interpretar propiamente dicho, y en términos específicos, la interpretación de conferencias presenta ciertas dificultades. Espero ahondar más estos dos puntos en un futuro artículo.
*¿Qué campos abarca tu trabajo como interprete? ¿Realizas otras actividades paralelamente a la interpretación?
Yo voy a interpretar a donde me llamen. Todavía aquí en Argentina no hay una formación académica de especialización en un área determinada y esto es un punto pendiente en nuestra agenda.
Además de ser intérprete, trabajo como docente en una escuela pública secundaria donde hay aulas exclusivas para personas sordas. Allí dicto la asignatura “Lengua de Señas – Aspectos Teóricos”.
También trabajo en el Poder Judicial de la Nación Argentina. Soy Martillera Pública y Corredora de Comercio y estudiaba abogacía pero estas dos últimas actividades las abandoné cuando encontré mi verdadera vocación: la interpretación en lengua de señas – lengua hablada.
*Generalmente la imagen que se tiene del intérprete de LS es: “El oyente que sabe señas”… ¿Cuál es tu opinión al respecto?
Creo que contesté esto anteriormente y sintetizo mi pensar así: Saber lengua de señas no es SER-INTÉRPRETE. Para lograr esto último se necesita, como mínimo, desarrollar al menos tres tipos de competencias: 1) la competencia comunicativa, que incluye la competencia lingüística en las dos lenguas que se ponen en contacto, la competencia sociolingüística y la competencia cultural; 2) competencia traslatoria en lengua de señas – lengua hablada; y 3) la competencia ética. La articulación de estos tres ejes podría garantizar una competencia profesional básica, aunque nuestra formación no termina con esto, sino al revés.
*¿Cual sería el perfil ideal o los requisitos que deben cumplir las personas que aspiran dedicarse a la interpretación?
Me gustaría hacer una diferenciación en este sentido. En muchas ocasiones los intérpretes cumplimos funciones como asesores de las personas sordas que desempeñan cargos en las comisiones directivas dentro de sus asociaciones.
En este caso, los intérpretes estamos cumpliendo claramente con nuestro rol de asesores o colaboradores apoyando y ayudando a la institución y a la comunidad sorda.
Por otra parte, tenemos la actividad propiamente dicha del intérprete en el momento mismo de la interpretación. Aquí, necesitamos sacarnos la camiseta de amigos de los sordos y encarnar nuestro rol de intérpretes imparciales y neutrales, en tanto mediadores lingüísticos y culturales entre la comunidad sorda y la oyente.
Los códigos de ética suelen plasmar el perfil del intérprete ideal, que no siempre se puede lograr, por diversas circunstancias, pero digamos que funciona como una guía orientadora del deber ser profesional. De aquí la importancia de que esos códigos de ética y procedimiento profesional estén bien confeccionados tanto en la forma, es decir en su estructura formal, como en el fondo, en cuanto a los principios y las normas de trabajo que subyacen en su articulado. Sugiero visitar el siguiente link http://www.amilsa.org.ar/docs/AMILSA‐Codigo‐de‐Etica.pdf
Sí. Por un lado, agradecerte esta entrevista y decirles que es mi deseo que los hermanos peruanos logren la aprobación del proyecto de ley nacional que pretende reconocer oficialmente la lengua de señas de Perú y el derecho de las personas sordas a acceder a servicios de interpretación y quiero agregar también que he aprendido mucho de las personas sordas, me han enseñado no solo su lengua y su cultura sino cosas muy interesantes que me han enriquecido, entre ellas, su sentir sordo. Llevan en su interior una fuerza que exteriorizan con una energía desbordante cada vez que mueven sus manos y expresan sus ideas y cada vez que se movilizan y luchan por sus derechos. Si bien yo no soy la intérprete ideal, -porque aprendo todos los días y creo que no hay límites para esto-, sí soy orgullosamente intérprete por los sordos y para los sordos que por distintas razones necesitan vincularse con la comunidad oyente.