lunes, 14 de septiembre de 2009

Los sordos y la educación superior (Parte II)

*Escribe: Sonia Malca Silva
La mayoría de centros superiores no brindan ayuda a los alumnos sordos, no están preparados para recibirle, si las aulas son grandes, el maestro está muy lejos y no es posible la lectura labial, sucede que el maestro no vocaliza bien o da la espalda, puede suceder que los términos o palabras que utiliza, no existen en el vocabulario del alumno sordo; al proyectar diapositivas, se apagan las luces, no es posible la lectura labial y el contenido de lo escrito es insuficiente, esto ese hace más difícil cuando se trata de entender explicaciones sobre descripción de imágenes o cálculos.
El alumno sordo no pude llevar el ritmo de un aula para oyentes, cuando llega allí casi siempre sufre discriminación manifestada en sutil rechazo, impaciencia, escepticismos sobre su capacidad, lo ven como algo muy difícil de apoyar, se le ignora, pocos se sienten obligados o comprometidos con su avance.
La ayuda sólo se obtiene de modo voluntario de los compañeros de aula, uno que otro profesor inteligente vocaliza bien y no da la espalda, facilita copias etc.
Definitivamente no es lo mismo incluir a un alumno invidente, o uno con discapacidad física que a un alumno sordo en un aula normal, los dos primeros tienen más opciones de apropiarse de los mensajes aunque obvio tiene sus particulares necesidades
Cada persona sorda tiene su aprendizaje propio y frente a las dificultades no podemos generalizar seria conveniente hacer una investigación específica para esta población.
Es necesario una intervención académica más especifica, más personalizada para los alumnos sordos pero, esta debe ser lo más completa posible, el alumno sordo merece una educación de calidad al igual que todos. Esto constituye un reto social y a la vez un derecho Humano.

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